9 - QMEV- ACEPTACIÓN II

Te sientes cansado, ¿verdad? No sólo estás haciendo un gran esfuerzo interior por avanzar en este proceso de duelo sino que, encima, tienes que seguir afrontando tu día a día. Las pequeñas o grandes batallas diarias no permiten que te dediques en exclusiva a ti y a tu proceso.
Te encantaría quedarte en un rincón del mundo, aislado, hasta que logres salir de todo esto. Pero no, no es posible, no se te permite.
El mundo sigue girando y lo hace sin tener en consideración la fase que estás pasando en tu vida.
Se requiere tu atención, trabajo y responsabilidad en muchas cosas que no pueden quedar en pausa por mucho que lo necesites.
Llega un instante en el que sale de lo más profundo de tu ser un grito de desesperación: BASTA YA
Y el mundo hace oídos sordos y sigue girando, girando, girando.
En algún momento te darás cuenta de que la exigencia a la que te ves sometido, no es tan mala. Te obliga a ponerte las pilas. Como a un soldado en un campo de instrucción.
“Esto es lo que hay” suspiras. ¿Te estás resignando?
¡No! ¡No lo hagas! Recuerda que resignarse es conformarse y conformarse te lleva a la apatía y a la amargura.
Vuelve al camino, encauza la senda.
Vamos poco a poco. No hay prisa. Respeta tu ritmo, no te exprimas más de lo que puedes y debes dar en cada momento. Olvida el calendario. No te pongas fechas. El fin de este proceso llegará.
No dejes que la impaciencia por quitártelo del medio cuanto antes te esté haciendo sentir aún más achuchado y exigido.
San Rafael Arnaiz decía que toda nuestra ciencia consiste en SABER ESPERAR.
En esta frase, entiendo que la palabra ciencia se refiere a SABIDURÍA de la vida.
Esperar ¡Qué difícil es eso en medio de esta cultura de lo inmediato! Desde pequeño has visto cómo la tecnología avanzaba principalmente para lograr acelerar los procesos y “ahorrar” tiempo.
Es curioso esto porque a pesar de los muchos avances, las personas no dejamos de quejarnos de que nos falta tiempo y de lo acelerados que vamos por la vida.
Ante tu proceso de duelo piensa en esta imagen: un bizcocho.
Para hacer un bizcocho primero adquieres los ingredientes necesarios, según la receta, los mezclas en el orden y la cantidad requerida, calientas el horno, pones la masa en la bandeja correspondiente, metes la bandeja en el horno y… a esperar.
¿Esperar? Sí, esperar. No queda más remedio. No hay fórmulas mágicas que hagan subir la masa al instante.
Si pones el horno a mayor temperatura, la levadura no subirá, el bizcocho se quemará por fuera y quedará sin hacer por dentro.
Estás haciendo un delicioso bizcocho, deja que se esponje poco a poco, dale el tiempo que necesita. ¿Cuánto va a ser eso?
¡No lo sé! Nadie puede decírtelo, no se sabe, sólo sabemos que hay un tiempo para cada cosa.
Sobre esto te recomiendo la lectura del capítulo 3, versículos 1 a l5 del Eclesiastés:

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:



2 un tiempo para nacer,
    y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
    y un tiempo para cosechar;
3 un tiempo para matar,
    y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
    y un tiempo para construir;
4 un tiempo para llorar,
    y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
    y un tiempo para saltar de gusto;
5 un tiempo para esparcir piedras,
    y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
    y un tiempo para despedirse;
6 un tiempo para intentar,
    y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
    y un tiempo para desechar;
7 un tiempo para rasgar,
    y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
    y un tiempo para hablar;
8 un tiempo para amar,
    y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
    y un tiempo para la paz.



De nada sirve afanarse

Concluye:
15 Lo que ahora existe, ya existía;
    y lo que ha de existir, existe ya.
    Dios hace que la historia se repita

Respira hondo porque hay un tiempo para todo.
La espera debe tener unos ingredientes imprescindibles, esperar porque sí, sin más, no sirve.
La PACIENCIA es uno de los principales, mantener la TEMPLANZA, el autodominio para no dejarse arrastrar por el torbellino que nos desarma y desorienta, ni por los impulsos más primarios que surgen cuando estamos al borde de nuestros límites.
Otro ingrediente de la espera que además que te ayudará a potenciar tu paciencia es el OPTIMISMO. Es decir buscar el lado positivo de las cosas, porque si no buscas lo que de bueno y de bello existe en los acontecimientos y en las personas, tu esfuerzo en la espera quedará vacío de sentido, lo que te llevará a la rendición por erosión.
Más ingredientes, la CONFIANZA de la que ya hemos hablado. Confiar que todo tiene un porqué que lograremos entender tarde o temprano a medida que las piezas del puzzle vayan encajando.
Junto a la confianza debe ir de la mano la AUDACIA. Hace falta mucho equilibrio para ser audaz sin ser temerario. La audacia rompe con la indolencia que se abriga bajo la capa de una falsa seguridad que en realidad es miedo, la excusa perfecta para quedarse parado por temor a fracasar.
Más, la DETERMINACIÓN, es esa actitud que adoptan quienes están firmes y dispuestos para afrontar la vida de pie, con valentía. Un apunte importante, la valentía no es no tener miedo, sino enfrentarlos para que no te paralicen.
MOVIMIENTO, tu espera no dará frutos si te cruzas de brazos. Necesitas que sea una espera ACTIVA, pon los medios que están a tu alcance para lograr que el proceso se vaya moviendo en la dirección deseada. La suerte no existe, la suerte la generas tú.
Tú eres el gran protagonista. ¡Sigue adelante!

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