INVOLUCIONANDO

Hitler escribió en el libro que fue publicado en 1925, Mein Kampf – Mi lucha: "El pueblo está obligado a cuidar de que SÓLO los individuos sanos tengan descendencia".


Casi un siglo después de esto, casi nadie duda en afirmar que Hitler ha sido uno de los hombres que mayores barbaridades ha cometido contra la humanidad y, por ello, se ha ganado el puesto de ser uno de los personajes más odiados de la historia.

Sin embargo, hace pocos días, me quedé estupefacta al leer en un medio de comunicación nacional la siguiente afirmación:

"Desde luego, los padres que decidan llevar a término el embarazo del feto defectuoso y que deseen sacrificar sus vidas por criarlo, merecen respeto y apoyo, aunque no suele ser eso lo que elige la mayoría de la gente razonable en ningún país del mundo".

Es cierto que se usa un lenguaje más comedido en las formas pero, en el fondo, es más de lo mismo: un fascismo radical, eso sí, disfrazado de progresismo y de lo que se han llamado "libertad reproductiva", como si el lenguaje “buenista” cambiara en algo el sentido profundo de esta ideología.

Ese mismo artículo arremete más adelante contra quienes defienden la vida como el bien más preciado y el mayor de los derechos, con independencia de sus condiciones externas, y se centra en ofender a quienes entendemos que ese valor de la vida es dado porque toda vida viene de Dios.

De nosotros dice que estamos "obsesionados por su oposición a la libertad reproductiva de las mujeres y por su celebración de la enfermedad y la malformación de los fetos como pruebas a las que Dios nos somete para hacernos sufrir en este valle de lágrimas".

Son palabras ofensivas para la dignidad de toda vida humana y palabras ofensivas para quienes trabajamos cada día porque esa vida sea valorada y cuidada.

Quien escribe ese artículo no tiene ni idea de la teología cristiana sobre el mal y el dolor. Nadie celebra una enfermedad o malformación. Lo que sí hacemos es respetar y cuidar con caridad a quienes son más débiles porque sabemos que la vida es un don, un regalo, y como tal hay que protegerlo y mimarlo.

Aquellas personas que logran superarse a pesar de las limitaciones con las que pudieran nacer, o que les hayan sobrevenido a lo largo de su vida, son un ejemplo para el resto, para no rendirnos cuando llegan las dificultades, y por ello hacen del mundo un lugar mucho mejor.

Si no, que se les pregunten a los padres y familiares de aquellos que nacen síndrome de Down si la vida de sus hijos merece ser vivida menos que la de otros a los que nos hemos empeñado en llamarnos "normales".

Podríamos fijarnos en la vida de Nick Vujicic, un hombre que nació sin extremidades, que ha actuado en películas, sabe nadar, hace surf, se tira en paracaídas, y que recorre el mundo dando charlas en las que anima a la gente a superarse, recientemente ha sido padre, de Tony Melendez, guitarrista sin brazos, de Jessica Coix, piloto de aviones sin brazos, Andrea Bocelli, cantante lírico profesional invidente y tantos otros que, a pesar de haber nacido con alguna discapacidad, han logrado llevar una vida con más libertad y menos limitaciones que las que los "normales" nos empeñamos en ponernos día a día.

Nadie con un poco de sensibilidad o empatía hacia el prójimo podría decir que la vida de estas personas no merece la pena ser vivida. ¡Al contrario! Sus vidas son motivación e inspiración para muchos otros.

¿Quién tiene derecho a decidir qué vidas merecen ser vividas?

He visitado recientemente el Museo de la Evolución Humana en Burgos. En Atapuerca se halló el cráneo de Benjamina, una niña de 10 años discapacitada que murió hace 530.000 años, su familia, su grupo social cuidó de ella, si no, habría sido imposible que llegara a cumplir esa edad.

La de Benjamina es la primera historia de solidaridad social de la que se tiene constancia. Sin embargo, en pleno siglo XXI estamos ensalzando el diagnóstico prenatal como un gran avance para la humanidad para poder “deshacernos” de aquellas personas que hemos decidido que no merecen vivir. Y yo me pregunto… ¿Será que estamos "involucionando"?



3 comentarios:

releante 21 de junio de 2013, 12:31  

Si al final Hitler se quedó corto, quien le iba a decir que todo por lo que fué odiado, hoy en día sería el legado que dejó en esta sociedad. La sociedad que selecciona a las personas que les valen o no les valen. Una auténtica desgracia. El insulto a los que apoyamos y defendemos la vida es algo que va en el "cargo", se puede asumir, lo que nunca podemos asumir, es la muerte de inocentes cada minuto de cada dia de cada me de cada año. Un abrazo

Anónimo,  25 de febrero de 2015, 2:09  

La exactitud siempre ayuda a soportar el peso de las razones. El título del libro de A.Hitler es: Mein Kampf.

Nines 25 de febrero de 2015, 3:09  

Muchísimas gracias por la corrección!

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